El pasado sábado estuvimos con casi 40 empleados de un reconocido Banco en la Reserva Natural de Luriza, uno de los últimos rincones de bosque seco tropical en el departamento del Atlántico. La oportunidad de enfrentarse a una nueva situación después de muchas semanas de trabajo, nos parece muy significativo, desde varios puntos de vista.
Primero porque caminar libremente, respirar aire puro, es una forma de liberarse de la carga de estres que produce la cotidianidad del trabajo citadino.
Caminar es abrir nuevas posibilidades de conocimiento, pues al enfrentarse a nuevas situaciones también pueden encontrarse con realidades alternas y retos que normalmente no estamos acostumbrados a vivenciar en las ciudades; lo que nos llena de posibilidades de aprendizaje.
Los participantes en estas caminatas logran de muchas maneras desarrollar nuevas formas de relacionarse entre ellos; Aprender de los otros, autoreconocerse, ayudarse mutuamente, y reconocer que hay muchas cosas que ignoramos, que a veces consideramos insignificantes pero que son muy importantes en los múltiples procesos que se desarrollan en la naturaleza.
Por último, estas actividades permiten observar directamente las formas en que nos está afectando el cambio climático y, preguntarnos ¿Cuáles son las prácticas culturales negativas que desarrollamos? ¿Cuáles son nuestras propias limitaciones corporales y mentales? Y sobre todo, ¿qué cosas podemos hacer para cambiarlas?
Quiero felicitar a esta empresa, por atreverse a romper con las ya tradicionales formas de integración entre trabajadores.
Esperamos volver a verlos pronto. Estamos seguros que este grupo de empleados estará en mejores condiciones de enfrentar las diversas situciones que demandan los nuevos tiempos, las nuevas realidades.
Gonzalo Molina Arrieta.